Cuando nos relacionamos con el error desde la pérdida de nuestra identidad, estamos generando una relación toxica que nos acerca a convertirnos -paradójicamente-, en lo que no queremos ser, generando violencia contra nosotros mismos como autocastigo.


¿Cuántas veces has dejado de dormir por escuchar en tu cabeza una grabación acusatoria por haberte equivocado? ¿Qué palabra altisonante o adjetivo peyorativo te dices por tu incompetencia? ¿Qué estrategias has desarrollado para intentar controlar lo incontrolable?

Cuando nos enganchamos con estas conversaciones internas restrictivas, cerramos toda posibilidad de aprendizaje. En este punto, algunos de ustedes se preguntarán ¿es posible relacionarse de otra manera con el error? La respuesta es sí. El error es aprendizaje, el alimento más nutritivo para todo proceso de desarrollo.

El proceso de reconciliarnos con nosotros mismos después de un error.

Para que todo error genere aprendizaje, es necesario crear espacios de transformación partiendo de:

1.  Autoconocimiento
 
¿Puedes cambiar lo que no conoces? Conocerte a ti mismo, reconocerte y aceptarte, sólo así podrás generar la posibilidad de cambiar lo que no te gusta de ti. Un cambio no significa la pérdida de tu identidad, sino su evolución.

2.  Escucha profunda

 
Dale voz a tus miedos (te sorprenderá que a veces suenan tan ridículos cuando lo dices en voz alta, que terminan perdiendo fuerza) y también escucha fuerte y claro a cada uno de tus recursos (esos que te han traído hasta donde estás hoy).  

Reflexiona: ¿estos recursos pueden ayudarme a enfrentar las consecuencias derivadas de mi decisión? Si la respuesta es sí, pues adelante, encara la situación. Si la respuesta es no, averigua qué es lo que está haciéndote falta para conseguirlo y ve por él.

3.  Discernimiento

 
Para que un pastel de chocolate lo sea, necesita de muchos ingredientes y un proceso específico para crearlo. Ante una situación de conflicto (el pastel) reconoce qué ingredientes pusiste tú (asumir, omitir, reaccionar, callar, etc.) pues sólo así podrás hacerte cargo de lo que te toca.

Desarrolla la capacidad de distinguir claramente en qué te equivocaste e identifica: ¿qué es lo que ves? Sé objetivo, no califiques, eso que ves: ¿qué te hace pensar?, ¿qué es lo que te hace sentir ese pensamiento? y ¿qué te dan ganas de hacer con esa emoción que te despertó?

4.  Acción

Una vez que te diste cuenta de lo que tu pusiste dentro del conflicto, es momento de hacerte cargo. El perdón (pedir perdón, perdonar y/o perdonarte) es el ingrediente secreto. El perdón, como lo define mi querido maestro Calbet, es reconocer que hacemos, lo que hacemos, desde la torpeza, no desde la maldad. Esta es la única manera de evitar volvernos esclavos de nuestros errores.

Recuerda que nuestros errores no nos definen, lo que nos define es el aprendizaje que nos dejan.

 

Si deseas iniciar un proceso de autoconocimiento, para descubrir cómo puedes liberar tu potencial, infórmate sobre nuestros procesos de coaching personal.

Descubre como liberar tu potencial humano.


Verónica Saldaña Ramírez