La sabiduría popular nos enseña que los pensamientos y sentimientos negativos no tienen cabida en nuestro lugar de trabajo. Los ejecutivos, en especial los líderes, deben ser estoicos o inspiradores; deben proyectar confianza y desechar cualquier negatividad que puedan albergar dentro de ellos, pero eso va en contra de nuestra biología.

El líder atrapado en sus emociones

 

En su libro Emotional Agility, la autora Susan David, explica que ha visto líderes tropezar, no porque tengan esos pensamientos y emociones negativas (son humanos y no pueden evitarlo), sino porque quedan atrapados en ellos. Esto sucede de dos maneras:

La primera, ellos compran esos pensamientos y los consideran como hechos y evaden las situaciones que los evocan.

Y la segunda, ellos cuestionan la existencia de esos pensamiento y tratan de racionalizarlos, incluso si van en contra de sus propios valores y metas.

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Este es un problema común, a menudo perpetuado por estrategias populares de auto-control, tales como hacer afirmaciones positivas, hacer listas de tareas prioritarias, concentrarse en ciertas tareas.

Estas técnicas fallan frecuentemente. Se ha demostrado con investigaciones que intentar minimizar o ignorar pensamientos y emociones sólo resulta en su amplificación.

Los líderes exitosos no tratan de suprimir sus emociones, al contrario las aceptan de forma abierta, conforme a sus propios valores y de forma productiva, de una manera que podemos llamar agilidad emocional.

 

La agilidad emocional

 

El profesor Frank Bond de la universidad de Londres demostraron que la agilidad emocional ayuda a las personas a aliviar el estrés, reducir errores, incrementar la innovación y mejorar su desempeño en el trabajo.

Susan David, en su libro, nos explica que desarrollar la Inteligencia Emocional puede contribuir a evitar estos problemas con estos cuatro pasos para evitar engarcharnos en pensamientos y emociones negativas:

 

  1. Aprender a reconocer nuestros patrones: Los líderes fracasan cuando ponen demasiada atención a su diálogo interno, ya que ocupa recursos cognitivos que pueden emplearse de mejor manera.
  2. Etiquetar nuestros pensamientos y emociones: Al juntar un pensamiento con una emoción creamos sentimientos que afectan nuestros juicios.
  3. Aceptarlos como lo que son: Haz una pausa para respirar profundamente y toma conciencia de lo que está pasando. Lo opuesto al control es la aceptación. En lugar de reaccionar por cada pensamiento o entregarse a la negatividad, evalúa con una actitud abierta el mensaje que esa emoción está entregando.
  4. Actuar conforme nuestros valores: Al desconectarte de los pensamiento y sentimientos restrictivos, las opciones se abren y se puede decidir con base en los propios valores.

Te invitamos a que inicies un proceso de fortalecimiento de tu inteligencia emocional para que se te facilite el logro de tus metas personales y profesionales.

En el Taller de Inteligencia Emocional, iniciamos con una evaluación del estado actual de tu inteligencia emocional y, a partir de ahí, te decimos cómo puedes fortalecer los 5 aspectos que la componen: Auto-conciencia, Auto-regulación, Auto-motivación, Empatía y Habilidades Sociales.

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